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Ansiedad de fin de año

En ocasiones, he jugado a que los fines e inicios de año no representan nada para mi y que en un ejercicio de de-construcción de los conceptos aprendidos y aprehendidos por mi cultura, yo puedo crear nuevos. Me he valido del año chino para decir “existen otras calendarizaciones que marcan posibilidades distintas para celebrar y que estamos demasiado condicionados (incluso emocionalmente) por los tiempos que hemos creado para vivir, así que el tiempo no existe y nosotros lo hemos creado. Tenemos horario de 24 horas, semana inglesa, calendario romano, edad y un sin fin de mediciones creadas para el tiempo. Lo anterior me ha valido para pensar que puedo hacer, pensar y sentirme como sea que yo decida crearme en estos momentos. Pero he aprendido (gracias a conceptos aprendidos en la maestría) que eso es posible agregando el concepto de “relacionalidad”, el cual aporta la variante de que todo lo aprendido o aprehendido, no desaparece, si no más bien, me coloca más o menos cerca de esas construcciones. En palabras más sencillas, tengo que poner atención a cómo me siento con la pinche Navidad, Año Nuevo, cuestiones sociales y todo lo que he ido aprendiendo con el pasar de los años porque eso he aprendido y me genera emociones, las cuales en ocasiones convergen en ansiedad.


La adolescencia tiende a ser un periodo para el cuestionamiento a aquellas figuras de autoridad o ejemplos que guían nuestras vidas durante la infancia, tanto de personas, como conceptos, valores y un sin fin de referentes. Cuestionar ha sido algo que me ha acompañado desde que recuerdo y se ha convertido en un eje rector de muchos posicionamientos, así como una herramienta útil para la toma de decisiones en diferentes aspectos y niveles de importancia, incluso así fue que decidí estudiar Psicología, cuestionando.


La invitación a seguirlo haciendo siempre está ahí, buscando ser un motor creativo de aquello con lo que es importante para mi y favoreciendo no conformarme con aquello que existe pero también me invita a reconocer que esos cambios de paradigma generan emociones en mi porque cambiar lo conocido, duele. Recuerdo una conversación con uno de mis hermanos en la que me quejaba de esos conceptos sociales preestablecidos (como la navidad o año nuevo) en la que concluí con una frase en inglés que decía “I´d rather be an outcast!” refiriéndome al pesar emocional que me provocaban todos estos asuntos. Como adolescente tuve la fuerza para no aceptar aquellos conceptos, buscando crear nuevos pero no me quita el dolor de aquellas cosas que se acaban en un año, la ilusión de un nuevo comienzo, la alegría por convivir con aquellos seres queridos ni la necesidad de buscar ritos que nos unan en grupos con los que nos identifiquemos.


Con esto dicho, considero que mi frase hoy, cambiaría por algo como “if they force me to collude, I´ll stay an outcast but also I want those who I love next to me when the sun rises or goes down”. Hoy, para mi, es importante reconocer que me provoca ansiedad no estar cerca de aquellos con quienes mis afectos son importantes pero es difícil crear ritos que nos conjuguen a todos juntos y cerca.


Juan Sánchez Kidwell




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