Las buenas intenciones de aquellas personas con las que nos rodeamos parecen ser infinitas. Muchas veces creo que todos hemos escuchado frases hechas, lugares comunes y palabras de aliento que se escapan fácilmente, tanto, que muchas veces pierden sentido al momento en que terminan de enunciarlas: “vas a estar bien”, “échale ganas”, “no hay mal que por bien no venga” y un largo etcétera.
La gran mayoría de las personas que pertenecen a generaciones anteriores a la mía, consideraban que ir a terapia era sinónimo de locura y evidentemente ésta tenía una connotación negativa. De manera paulatina en generaciones posteriores, la lectura que tengo al respecto de esta idea social generalizada es que el número de gente que la rechaza y va a terapia, ha ido aumentando. Podríamos entender este fenómeno desde muchos lugares, pero partiré de la idea de que la premisa es verdadera para explicar una pregunta: ¿por qué ir o por qué no ir a terapia?
Partiendo de la idea de que no todas las cosas son para todas las personas, podemos entender que, a grandes rasgos, un proceso terapéutico nos brinda la posibilidad de detenernos a plantearnos acerca de todas las situaciones que vivimos y en compañía de una persona profesional y calificada para escuchar todo lo que nos sucede. El tipo de atención, escucha y entendimiento va a variar de un profesional a otro, de la(s) teoría(s) que maneje, las edades, algo que en el argot terapéutico llamamos “rapport” y muchas otras variables que influyen para que se tenga la mejor atención posible. Creo que a cualquier persona le vendría bien un proceso terapéutico pero quizá es más atinado decir que a cualquier persona le va bien tener herramientas que permitan conocer la intimidad y profundidad de todo aquello que nos sucede con nuestras relaciones con otras personas, el mundo y nosotros mismos.
Quizá hace falta que quienes nos dedicamos al área clínica de psicología, independientemente de nuestras teorías con las cuales atendemos, busquemos acercar los beneficios y bondades de asistir a un proceso de terapia, brindar información sencilla de los distintos tipos de enfoques terapéuticos, así como aquellos valores que son importantes que posea alguien profesional en la atención psicológica. Porque esto ayuda a diferenciar la atención terapéutica de la de alguien que nos quiere pero solo está lleno de buenas intenciones.
Juan Sánchez Kidwell
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