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Conociendo mis emociones


En nuestra vida diaria, repetidamente surge la pregunta ¿Cómo estás?, ya sea que nos hagan la pregunta o nosotros la hagamos; e invariablemente la respuesta se centra en responder “bien, mal, más o menos (con algunos gestos de por medio)”, como de forma automática; y nos saltamos ese pequeño gran paso de hacer un reconocimiento propio de cómo estamos y lo que estamos sintiendo antes de responder.


Al reflexionar sobre porque respondemos de esta forma, pienso que es porque no estamos acostumbrados a reconocer y a hablar sobre cómo nos sentimos. En nuestra cultura hablar sobre emociones se relaciona casi de forma automática con ser vulnerable; y cuando queremos hablar sobre ellas no sabemos como hacerlo tal vez porque no sabemos nombrarlas, reconocerlas o nos apenamos y preferimos guardarlas.


Un paso para comenzar a hablar sobre las emociones es saber qué son. Las emociones son una respuesta de nuestro cuerpo a lo que pasa en nuestro entorno, son una especie de guía que nos indica si nos sentimos cómodos con lo que está sucediendo o si hay algo que nos alerta, son respuestas ante situaciones, personas, creencias (propias o de otros), que nos hacen repensar si estamos en el camino adecuado o tenemos que hacer algún cambio o cuestionamiento; y que además se presentan todo el tiempo en nuestro día a día, desde que despertamos hasta que dormimos. Existen emociones básicas: alegría, enojo, miedo, tristeza y desagrado; y éstas se vuelven más complejas, hay diferentes combinaciones que dan lugar a más emociones. Además, muchas veces sentimos varias emociones al mismo tiempo, y esto nos genera confusión e incertidumbre, sobre todo porque no sabemos cómo nombrarlas y producen sensaciones en nuestro cuerpo que a veces no nos gustan.


Por otro lado, nos han enseñado que hay emociones que son negativas, como la tristeza y el enojo; y que como no son buenas no tenemos que mostrarlas y así actuamos entonces, si algo nos molesta o nos hace sentir tristes no lo decimos, lo guardamos y poco a poco se van acumulando y en algún punto explotamos. Pero ¿de verdad son negativas estas emociones? Es una idea para repensarla, si bien nuestras emociones son una respuesta a lo que pasa en nuestro entorno, cada una de ellas nos está diciendo algo, tienen un mensaje de el por qué de su presencia y a veces es difícil escuchar lo que nos tienen que decir.


Cuando comenzamos a incorporarlas en nuestras conversaciones, cuando empezamos a darles un lugar y reflexionar sobre porqué estamos sintiendo algo en determinada situación, cuando escuchamos los mensajes que tienen, es entonces cuando nos permitirnos usarlas de guía en nuestra vida.


Mtra. T.F. Ana Victoria Hernández Pascual



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