Lo primero es definir qué es la depresión, pues a diferencia de lo que mucha gente cree, no se trata de una profunda, acumulada tristeza. Tampoco nos viene la depresión por estar meramente tristes, porque ésta sola idea podría llevar a bloquear, minimizar o negar nuestra tristeza -la que por otra parte es perfectamente normal y deseable-por temor a deprimirnos, encontrándonos al final con algo peor para nosotros: el bloqueo de sentimientos esenciales a todos, y eso sí nos puede dañar. Pero, entonces, ¿Qué es la depresión y porqué aparece? Existen diferentes motivos para quienes hemos padecido o padecemos de esta enfermedad. Yo hoy hablaré desde la visión Gestalt y no desde la visión médica-psiquiátrica.
En la Psicoterapia Gestalt, vemos al ser humano como un organismo creativo que se adapta a cualquier situación de la mejor manera que puede, para lograr sobrevivir, y la depresión no es la excepción. La depresión es una enfermedad que se observa tanto en la relación con nosotros mismos, y también en las relaciones importantes con los demás, dándose como resultado un sufrimiento por no poder lograr un vínculo sano e íntimo. G. Francesetti dice que la causa en un paciente que sufre depresión es la ausencia, es la renuncia al deseo de ser deseado, es el darse por vencido a alcanzar al otro, importante pero lejano, inalcanzable. Este ambiente depresivo donde se encuentra el paciente le causa al mismo tiempo mucho enojo, el cual tampoco llega a su destinatario y con el tiempo este enojo "también se da por vencido"; J. Roual lo compara con un tornado que jala hacía abajo, hacía adentro y se angosta, produciendo esta sensación de vértigo que también el terapeuta comparte. También menciona que el terapeuta debe ser consciente de esto que le pasa a la persona con depresión, para que de igual modo logre quedarse el borde del abismo -pero bien sostenido en sí mismo, para no dejar sólo al paciente, por un lado, pero tampoco para "dejarse ir" con él.
De este modo, el abismo no está dentro del paciente, sino entre nosotros. Para los familiares o amigos de la persona que padece depresión, es muy difícil acompañarle, porque la primera sensación cerca de ése “tornado” es la de alejarse o la de tratar de ”sacar” al paciente de ahí, lo que resulta imposible; a su vez, el paciente, ante esta conducta de sus seres queridos, experimenta más soledad, aislamiento e impotencia. En un segundo momento para las personas cercanas, donde también se experimentan fuertes sentimientos de frustración y desesperación, se da un alejamiento, pues todos sus esfuerzos parecen impotentes para ayudar a su ser querido que tiene depresión. Alejarse incluso experimentando dolor y culpa por no saber qué haber, por no haber encontrado una solución.
Quiero reiterar que tener un familiar o amigo en esta situación es muy complicado, justamente porque no hay nada que se pueda hacer por ellos, y no es su responsabilidad ayudarlos, porque de hecho no pueden hacerlo por más que quieran: sea por falta de conocimiento o de las herramientas para hacerlo. Por eso es tan importante que reciban atención profesional, porque están sufriendo una enfermedad que no se cura con amor ni buenas intenciones. Esto debe quedar muy claro, tanto para quien padece depresión y también para que quiénes estén cerca, ofreciendo la oportunidad a los segundos de dejar de experimentar culpa o frustración por no poder ayudar al primero. También es aceptar que el paciente debe dar el primer paso para buscar ayuda, pues él es quien está sufriendo mucho; pero al mismo tiempo, si no decide buscar la ayuda, ésta tampoco servirá de nada. La recomendación para quien está cerca de un paciente con depresión es, en primer lugar, cultivar su propia paz mental y encontrar apoyos para tener la fortaleza para estar cerca de la persona con depresión, es decir: estar fuertes para no caer al “vacío” dónde el otro se encuentra. Además, habrá que cultivar la certeza de que, siguiendo el tratamiento y el acompañamiento adecuados, la persona con depresión podrá tener la oportunidad de vivir y sentir de un modo diferente, de que todo es posible que quede atrás, de que no tiene que pasar toda su vida en depresión. Cultivar esta esperanza puede ser de mucha ayuda para el paciente: es estar cerca de él, pero sin presionarlo a hacer nada, acercarse afectivamente hasta donde esté bien para él, sin esperar nada a cambio.
Recuerda: las personas con depresión, no es que no te quieran, o que a propósito dejen de hacer las cosas que normalmente hacían, o incluso que creas que lo hacen para molestarte a ti y a los demás; están viviendo una situación muy dolorosa y difícil, así que nos toca ser muy compasivos, pacientes y apoyarlos en la búsqueda de un terapeuta dónde seguramente recibirá la mejor atención.
Jan Rosado
Psicoterapeuta Gestalt
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