Llegaron y se fueron sin que pudiera verlos, sentirlos, olerlos, tocarlos, besarlos, cuidarlos.
No hay recuerdos o memorias que te den consuelo, el amor permanece pero se queda sin poder expresarse, quizá esto es lo más difícil y doloroso, es cómo un duelo en blanco.
Cómo decir que extraño a una persona que nunca vi, que la amé sin conocerla y que me duele que no esté aquí.
Se vuelve un duelo difícil de transitar, del que poco se habla y no se entiende. Hablar de la muerte es complicado, un tema al que, generalmente, le damos la vuelta sin embargo cuando se trata de una pérdida gestacional, perinatal o neonatal se convierte en un tema tabú. Las madres y padres que lo viven, tienden a experimentarlo en soledad. La tristeza, el dolor, la culpa, el enojo que se sienten se quedan sin hablar, compartir e incluso, ocasiones, sin poder hacer el duelo correspondiente.
Es importante acompañar a aquellas madres y padres que perdieron a un bebé que no llegó a nacer o se quedó poco tiempo.
Son hijxs que no logramos abrazar pero si amar.
Valentina Pérez Rodríguez
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