El Trabajo Ideal...justo así lo ponían algunos idealistas, con letras en mayúsculas que lo describen, de entrada, casi como un ser de vida propia, escapando de manera constante y divertida de cada uno de nosotros.
-¡Uuufff, lo que yo no haría si pudiera trabajar desde casa todo el tiempo!
Sería más productivo, porque no tendría que gastar horas en transportarme;
comería más sano; haría ejercicio; tendría mi casa reluciente; jugaría y
pasaría más tiempo de calidad con los míos!
Esta frase fue dicha, tal vez, por casi todos nosotros en algún momento, compartida y enriquecida gracias a la imaginación y colaboración de nuestros compañeros de trabajo. Hasta que nuestra Realidad -así, en mayúsculas- superó sobradamente nuestras fantasías.
Entonces, ¿Cómo nos ha ido hoy, en medio de una pandemia mundial, a quienes por fortuna podemos decir que mantenemos nuestros respectivos trabajos gracias a las aplicaciones de comunicación y las redes sociales…? ¿Alguno de nosotros ha logrado hasta ahora, aunque sea por breves instantes, saborear algo de ése maravilloso Clima Laboral que imaginábamos? Claro que entiendo perfecto que las circunstancias actualmente están haciendo camino sobre terreno desconocido, y que hoy la imposición de trabajar desde casa no suena tan...placentera, o libre, si así se prefiere. Sin embargo, parecía que una Utopía de Trabajo Desde Casa iba a necesitar, por fuerza, una Contingencia Mundial Salida de Una Película de Zombies para lograr materializarse.
Si alguno de nosotros siente que está trabajando mucho más que antes de que nos mandaran a casa a trabajar; si cualquiera puede, inexplicablemente, percibir que el tiempo se acelera y que los días están durando la mitad; si, además, no está logrando tener la casa lo suficientemente limpia y el resto de la familia (novia, esposa, hijos, padres, hermanos, etc.), los empieza a percibir como objetos raros, hostiles, sentados en un rincón, rodeados de cables, monitores, celulares y múltiples audífonos…¡BIENVENIDOS A “EL NUEVO CLIMA LABORAL”!
Tuvo que suceder una contingencia sanitaria de ésta magnitud para que las utopías se materializaran, y también para que, una vez aterrizadas, pues tomaran a manos llenas todas las características necesarias de la realidad para empezar no solo a ser funcionales, sino también para evolucionar. Porque, de manera personal, creo que muchos paradigmas quedaron rotos o francamente irrecuperables. Si logramos aceptar esto como un reto que sacará lo mejor (y también lo peor) de cada uno de nosotros, es probable que hagamos de nuestros espacios y de nuestras relaciones, lo que sí necesitemos y no lo que creemos que nos hará felices.
Porque ya vimos lo que ocurre cuando creemos que deseamos algo.
Julio Cesar Rueda
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