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¿Envidia de la buena?

La envidia, así como muchos de los sentimientos que asociamos de manera negativa, casi siempre es descalificada por la persona que la experimenta, e incluso por los “testigos” alrededor de la situación que genera dicha envidia; sin embargo, en la Terapia Gestalt y sobre todo en el Humanismo, consideramos al ser humano como un ser creativo, que se adapta a las situaciones con el fin de sobrevivir de la mejor manera posible. Pero muchas veces esto es muy complicado, y existen pocos ejemplos nutricios de dónde aprender a desarrollarse correctamente, dando como resultado que la persona que se va formando en ámbitos carentes de respeto y razonablemente libres de juicios y prejuicios, desarrolla habilidades y recursos -así como sentimientos- que no favorecen una expansión de la personalidad más acorde con las necesidades reales de dicho individuo.

Caber destacar que todos estos sentimientos -sean considerados tanto de desarrollo o de deterioro- en realidad sí nos están dando un mensaje y ahí reside su auténtico valor.

Justo cuando experimento la envidia es porque deseo eso que el otro tiene y parece disfrutar, pero todavía más importante, creo que yo no lo puedo obtener. Parece ser que si yo creyera que sí puede tener eso que el otro tiene -y deseo-, entonces esa fuerza debiera convertirse en incentivo o franca admiración, pero tal vez resulta que al interior de mi familia o ambiente eso que anhelo o deseo (que puede ser una pareja amorosa) no existió, e incluso tal vez fue ridiculizado; el resultado de todas estar fuerzas entre sí, me deja como resultado que yo empiece a mirar, con una mirada especifica e implacable, a ése objeto de mi envida como algo de poco valor, sumando sentimientos que apoyen esa mirada como el enojo e incluso el rencor.: lo deseo, lo añoro, pero termina por quedarse en un lugar prohibido para mí, o francamente inalcanzable.

En terapia estos indicadores son fundamentales, ya que nos ofrecen una cantidad y calidad de información útiles; son mensajes existenciales de adonde quiere ir la personas que llega buscando terapia. El trabajo entonces va hacía descubrir y trabajar los pensamientos o experiencias que dan la idea de que eso que envidio y deseo, no es posible alcanzar.

Si en primer lugar he sido valiente en reconocer que lo que estoy sintiendo es envidia, pura y llana envidia, tal vez pueda permitirme dar el siguiente paso: intentar comprender qué me puede estar diciendo eso de mí y de mi desarrollo hasta ahora. Y finalmente, llegar a una reflexión y ser honesto conmigo mismo sobre mis deseos y anhelos, para ir profundizando y seguir no sólo conociéndome, sino también aceptándome - ¿Por qué no? - también desde la envidia.


Jan Rosado

Psicoterapeuta Gestalt


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