Le quiero dar la espalda a la impotencia, de cara a una epidemia como el Coronavirus, no solo por haber sido testigo y tal vez sobreviviente de aquella pandemia que comenzó, según los registros, el 17 de marzo del 2009 en México, el A(H1N1) y que, de algún modo u otro se hace presente cada año cuando vamos a los lugares donde nos vacunan en contra de este padecimiento.
Hoy, el COVID-19 nos amenaza, primero con su sombra larga y espesa que se extiende desde China, y a ello debomos ya sumar los casos que justo en estos días se han confirmado en nuestro país, como quien dice campechanamente, a la puerta de nuestras casas.
Entonces, ¿cómo no sentir miedo por aquéllos que amamos y que consideramos vulnerables, como nuestros padres, nuestros hijos? Porque claramente, muchos de nosotros no tememos ser los que se contagien, los que sufran, los que tal vez mueran: tememos por aquéllos que nos preocupan y ocupan ¿cómo lidiar con este tsunami oriental que amenaza con arrastrarnos y tal vez ahogarnos en miedos, reales o imaginarios, llevándose lo poco o mucho que hayamos construido para nosotros y para quienes amamos? tal vez lo primero sería intentar ubicarnos objetivamente en aquello que sí está en nuestras manos y actuar en consecuencia: comer bien, hidratarnos adecuadamente, dormir obligadamente; sin olvidar el compartir y disfrutar con nuestros seres queridos, permitiéndonos experimentar al mismo tiempo la frontera de lo delicado y lo frágil que resulta aquello que quisiéramos fuera inamovible. Posteriormente, mirar a los ojos con mirada abierta y firme lo que claramente no está en nuestras manos: un virus ajeno completamente a nuestros deseos, al mismo tiempo incontenible, indiferente, mortal, pero, eventualmente, pasajero.
La Salud Emocional y Mental en tiempos del COVID-19... se traduce en angustia, incertidumbre, miedo, ansiedad, etc. no creí que en mi vida volvería a ver y experimentar lo que en aquel no tan lejano 2009 se respiraba: temor en el aire por lo desconocido, que atenazaba el ambiente social, económico y familiar.
Me dejaré sorprender con lo que sea que la Humanidad pueda resolver hoy y con lo que tenga que lidiar de aquí a que me toque el turno de salirme de esta fila. Mientras tanto, seamos conscientemente precavidos y muy valientes, incluso, si no hay motivos para serlo.
Julio Cesar Rueda.
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