Leer y recordar este acuerdo entre amigos no puede más que lograr provocarme un sin fin de emociones. Algunas de ellas ponen en evidencia la vulnerabilidad que todos tenemos ante la muerte, así como la fragilidad con la que permanecemos con vida en este planeta. No puedo esconder que dentro del repertorio emocional que me evoca el tema aparece el miedo generando estragos, a veces, inclusive para dormir. De un tiempo a la fecha he integrado la meditación como una herramienta que terminó por generar una tranquilidad ante este tema (y muchos otros) que han despertado y mantenido inquietudes que en algunas ocasiones, sirven como motor pero en otros momentos solo invaden con intranquilidad.
Pensar que entonces por miedo no queremos tener la confirmación acerca de si existe o no algo después de esta vida es una manera de vivirlo pero qué pasa si es justamente ese miedo es aquel que nos paraliza tanto provocando entonces que no vivamos como queremos hacerlo (pienso en la letra de la canción “Ironic” de Alannis Morissette) y atreviéndonos muy pocas veces a experimentar posibilidades afuera del miedo. Dicho con palabras diferentes ”no quiero que sea el miedo lo que defina si quiero que me prendan y apaguen la luz intermitentemente para no cumplir un pacto, si no que sea mi pasión por la curiosidad de confirmar algo después de esta vida lo que me haga decidir o la postura y decisión de vivir el misterio de NO saber si algo nos depara al morir”.
De cualquier manera tendré que venir como caballero a cumplir mi promesa de hacer movimientos estrepitosos con la luz de un cuarto (en diversos momentos) si es que me toca partir antes que tú, amigo. Espero que sea esto señal suficiente para vivir apasionadamente la vida que decidas vivir el tiempo que te toque. Espero que este momento sea un día que sí llegue a la vida de alguno de nosotros y no como Metallica lo escribió en una parte de su canción “The day that never comes” “no, the sunshine never comes”.
Juan Sánchez Kidwell
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