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Mindfullness; Las cosas como son.

“Solo puedes cambiar aquello de lo que estás consiente”


Todos los días nos tomamos, aunque sea unos minutos para cuidar de nuestra higiene corporal cuando nos metemos a bañar, cuando nos lavamos los dientes y en las tareas de autocuidado que hacemos diariamente. Sin embargo, a la higiene o salud mental no le ponemos el mismo cuidado, a veces porque pensamos que tomaría demasiado tiempo o que sería demasiado complicado. En realidad, hay pequeñas cosas que podemos hacer diariamente por nosotros que no nos tomarían más de lo que tardamos en un cepillado dental.


Con el paso del tiempo, los avances de la ciencia y tecnología nos han permitido dar pasos gigantes en el área de la medicina que han incrementado por mucho nuestra esperanza de vida como especie. Al mismo tiempo, las estadísticas de personas que sufren de depresión, ansiedad u otros trastornos de la mente va aumentando cada vez más, llegando a la cifra del 70% según la Asociación Psiquiátrica Americana. Quizás esto podría tener relación con la preocupación que tenemos por desaparecer síntomas incómodos, en lugar de ver más allá lo que podría ser el origen de un malestar.


Es un hecho que todos vivimos en el presente, porque es lo que nos permite recordar a dónde vamos en un trayecto o llevar a cabo cualquier tarea, pero son nuestros pensamientos los que nos limitan a experimentar solo una pequeña porción del presente. La depresión apunta hacia el pasado, duelos, pérdidas y conflictos no resueltos; la ansiedad apunta hacia el futuro, miedo por lo que todavía no ha sucedido. La importancia de vivir no solo en el presente, sino en el aquí y ahora es algo de lo que se hablaba muy antiguamente, hace 2500 años. En el idioma pali, parecido al sánscrito, la palabra sati proveniente del verbo sarati significaba <recordar> y de este término se llegó al concepto de Mindfullness (atención plena en español), puesto que recordar es volver a traer al presente.


La práctica de Mindfullness nos permite reconocer lo que está sucediendo al mismo tiempo que está sucediendo. Nos invita a aceptar activamente la experiencia tal cual se está dando, con apertura, interés, curiosidad y aceptación. Es un cambio en la manera en que percibimos (y por lo tanto experimentamos) todo lo que nos pasa hacia una forma más neutral, sin añadir ni restar nada. Nos da la habilidad de ver las cosas simplemente por lo que son.


Este nuevo método de experimentar nos da la oportunidad de vivir en lo que es y no en lo que debería ser. Nos libera de los viejos hábitos y reacciones automáticas porque nos da la libertad de elegir. Trae balance entre nuestro mundo interior con el mundo exterior y nos libera también de la limitante visión egocentrista en la que a veces vivimos porque se evidencia la conexión que tenemos con todo lo que nos rodea.


Experimentar lo más difícil como el dolor, las pérdidas, la tristeza, el caos o la ansiedad de una manera distinta a la de siempre nos otorga la libertad de encontrar un nuevo significado a nuestras propias dificultades, abriendo la puerta a la sanación y a la resiliencia. Por supuesto que, al igual que todos los cambios, cambiar la manera en que percibimos es un trabajo interno que lleva algo de tiempo, práctica y mucha, mucha paciencia.


Michelle Whitehouse


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