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¿Sabes cuál es el estilo de crianza que utilizas con tus hijos?

El estilo de formación que sigues con niños con quienes convives de manera cotidiana?

Educar niños y niñas, hacernos responsables de ellos aunque sea por unas horas, puede ser una de las experiencias más divertidas, tiernas pero también desafiantes para un adulto, ya seas su mamá, su maestro, su papá o su cuidadora.

En general no nos preguntamos cómo tratarlos, simplemente recurrimos a las estrategias que nuestros padres y maestros usaban para lograr que nos laváramos los dientes, dejáramos de brincar sobre las bancas, nos despertáramos a tiempo, comiéramos brócoli y realizáramos las tareas de matemáticas.

Sin duda cada quien tiene su estilo particular para resolver los retos que la educación de nuestros niños nos presenta, sin embargo, cuando nos preguntamos ¿cuál será la mejor manera de educarles? es cuando el tema se torna interesante…

Cuando nos preguntamos ¿cómo influye en su autoestima la manera en que le enseño justo lo que más trabajo le cuesta entender en las clases? ¿será positivo o negativo para su desarrollo que les permita hacer todo lo que quieran? ¿Qué cada quién se concentre en su dispositivo móvil cuando estamos en casa afectará nuestra comunicación?

Todos los padres y maestros tienen un estilo y recurren frecuentemente a ciertas prácticas de crianza, esto genera un clima familiar y tiene efectos en el desarrollo emocional, intelectual así como social de nuestros niños. Psicólogos del desarrollo se han interesado en estudiar estos procesos, Diana Baumrind (1991) es una de las primeras en catalogar estos estilos a los que llamó: Estilo Autoritario, Permisivo y Asertivo, más tarde otros autores incluyeron el estilo indiferente y usaron como sinónimo del estilo asertivo, estilo cooperativo o democrático.

Estilo autoritario

En general en este estilo de crianza los adultos valoran sobre todo la obediencia de los niños, predomina un trato exigente, reglas rígidas, los padres o maestros tienden a buscar tener el control, se concentran en los comportamientos negativos, las fallas y no en las conductas positivas y en los logros de sus hijos.

Cuando predominan prácticas de crianza con este estilo frecuentemente se observa que los niños crecen inseguros, ansiosos, dudan de su capacidad y su autoestima no es tan positiva porque se acostumbran a centrarse ellos también en sus fallas.

Estilo permisivo

Este estilo se caracteriza porque hay pocas reglas y las que hay ya sea en el aula o la casa, son confusas, cambiantes y ambiguas, los niños hacen lo que les place, tienen el control, los adultos no poseen ideas claras de que esperan de sus niños, evitan confrontar sus conductas conflictivas, pero disfrutan de premiarlos y apapacharlos.

Cuando por el contrario destacan prácticas de crianza con este estilo se encuentra comúnmente niños que no saben regular sus impulsos, sus emociones, se les dificulta completar tareas o actividades.

Estilo indiferente

Aquí encontramos adultos que tienen una actitud fría, distante con sus hijos o alumnos, la comunicación escasea, se olvidan las necesidades de los pequeños y así como puede haber ausencia de normas, en ocasiones pueden ser demasiado severos los castigos.

Cuando prevalece un estilo de crianza indiferente el desarrollo de los niños se dificulta o se entorpece en general, ellos necesitan de adultos que estén ahí para guiarlos, la indiferencia de sus adultos significativos favorece un autoconcepto pobre y una autoestima baja, para sentirse y saberse amado, valorado toda niña y niño necesita sentirse atendido, escuchado, acompañado.

Estilo democrático o cooperativo

El eje que guía este estilo de crianza es la voluntad de educar en autonomía a los niños, así que conjuga un trato afectuoso, buena comunicación, con normas y límites claros, bien definidos. Los padres atienden las necesidades de sus hijos, pero los enseñan a valerse por sí mismos, a pensar en las consecuencias de sus acciones.

Supervisan a los niños acompañando, apoyando en los retos de su desarrollo, ofrecen opciones a los niños tomando en cuenta sus capacidades y necesidades.

Sin duda este estilo implica trabajo diario para llevarlo a cabo, pero alienta saber que promueve el desarrollo integral de nuestros niños, niños que se saben amados y apoyados pero a la vez conocen de reglas y orden, crecen con mayor independencia y autoestima positiva.

En la vida cotidiana puede que apliquemos estrategias de varios de los estilos aquí mencionados, lo que importa es comenzar a preguntarnos ¿qué hacemos con nuestros niños? ¿Cómo los estamos educando?

Guiarnos por la expresión de afecto y apoyo, respondiendo a sus necesidades de los ejercitando su regulación y disciplina a través de límites y expectativas.

Referencias bibliográficas

Alonso, J., &Román, J. (2005). Prácticas educativas familiares y autoestima. Psicothema,

17(1), 76-82.

Cerezo, M.; Cassanova, P.; De la Torre, M. & Carpio, M. Estilos educativos paternos y estrategias de aprendizaje en alumnos de Educación Secundaria. European Journal of Education and Psychology. (2011). Vo. 4, N° 1. Pp. 51- 61. En: www.ejep.es

González, M., & Landero, R. (2012). Diferencias en la percepción de estilos parentales entre jóvenes y adultos de las mismas familias. SUMMA Psicológica UST, 9 (1), 53 – 64.


Ileana Torres Ruiz


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