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Foto del escritorCentro Agalma

“TÚ, ¡no!”

Alguna vez un querido amigo, mientras debatían unas personas por algunos sucesos alrededor de discriminación (en aquel caso, por color de piel) que se volvieron mediáticos, proporcionó su opinión que iba acomodada en una frase: “no entiendo porqué satanizan tanto la discriminación, cuando es gracias a ésta que deciden tomar agua y no algún solvente que los puede llegar a matar”. En el contexto en el que sucedía, esto sugería que él estaba a favor de discriminar a la gente por su color de piel o cualquier otra característica que una mayoría pudiera calificar como menor. Su manera de polemizar el asunto me llevó a pensar (a la fecha) en una pregunta simple “¿cómo decidimos lo que decidimos?”.


Por vergonzoso que sea, reconozco historias en las que he participado de discriminar y ser discriminado. Pudiera encontrar un número alto de ejemplos para explicaciones que justifiquen lo anterior pero solo me fijaré en lo emocional de esas experiencias. Si pudiera agrupar las experiencias en las que he discriminado en una emoción, diría que es algo similar al empoderamiento (falso) por sentirme encima de algo o alguien por quien me siento en competencia, mientras que ser discriminado me ha acerado más a experimentar humillación.


Una posible respuesta a la pregunta del primer párrafo, siguiendo la simpleza, podría ser: “porque discriminamos”. Pareciera que socialmente ahora hemos intentado proteger a aquellos seres vivos que han experimentado discriminación, uso, abuso, violencia, maltrato, etc. porque entendemos que hay algo moralmente erróneo en ello pero olvidamos que todos tenemos y utilizamos este mecanismo para tomar decisiones. La dificultad radica en que, al tomar decisiones tan parcializadas (aunque esto no puede ser distinto, no tenemos el ojo de dios), dejamos fuera cualquier otra postura, visión o lo que sea y lo convertimos en el enemigo. En la historieta de héroes y villanos de Batman; quien juega el papel del primero y del otro lado está el guasón, esto es muy evidente. Todo lo que representa el guasón es aquello que moralmente juzgamos como malo (podemos estar de su lado o en su contra) pero inicia una lucha para solo ver, como decimos en México: ”el jardín del vecino”, olvidando que ese jardín lo estoy viendo yo (generalmente soy Batman).


En la última película del Guasón, nos presentaron a un personaje más humanizado. Joaquín Phoenix se esmeró en interpretar su papel para hacer ver, en palabras de quien escribe, que la locura no le pertenece a una persona, solo es una persona quien lo manifiesta pero muchas veces olvidamos cómo participamos de esta locura, porque es más fácil dejar en el otro lo que creo que no es mío. Por fortuna, a juicio mío, Carl Rogers dijo alguna vez “nada de lo humano nos es ajeno” y esto me ha sostenido para intentar acercarme a aquello que desconozco, muchas veces necesito apoyo para aguantar toda la incertidumbre que me hace sentir aquello que puedo juzgar y no siempre puedo.

Entonces, la respuesta a otra pregunta como: ¿por qué discriminamos? Aunque resulta compleja, en el tenor de este escrito, parece responderse de manera sencilla y es porqué buscamos sobrevivir. Incluso aunque esto, muchas veces, signifique acabar (en sentido figurado y/o literal) con el otro. Quizá la invitación es a dejar de sobrevivir y empezar a preguntarnos cómo podemos vivir con lo diferente a mi.


Juan Sánchez Kidwell


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