Osho decía que el hombre de no hace mucho tiempo, podía hacer y resolver cincuenta cosas en un día. Para el momento que Osho mencionaba ésto, el aseguraba que los hombres habían llegado al punto en que debían enfrentar hasta seiscientas tareas en un sólo día. Y a nadie asombra que así sea, es más, cualquiera puede creer que el ser humano podría ser capaz y eficiente para la resolución del doble de ése trabajo, ¡Totalmente de acuerdo en ese punto! Creo que estamos todavía a un buen trecho de atestiguar el alcance de la habilidad humana para resolver, cambiar, adaptar o jugar con la realidad. Es en otras áreas, como la del descanso, donde no hemos logrado la contundencia que quisiéramos: queremos más horas para dormir, o más tiempo para relajarnos, o más días de vacaciones; o que los demás nos dejen a solas, que los vecinos cambien, etc.
Queremos aumentar la cantidad de nuestro descanso…haciendo 10 veces más que en la época de nuestros abuelos, en la misma cantidad de horas que tiene un día. Pero, si ya no es posible agregar más tiempo de descanso a nuestra rutina, ¿Estamos condenados a vivir en el agotamiento, a vivir con la sensación de ir todos los días poco descansados? Parece que la rutina, lo cotidiano, no tiene lugar para más tiempo de descanso, sea físico, intelectual, emocional o espiritual. Pero solo es en apariencia.
No hay duda que somos nosotros quienes permitimos la cantidad y la calidad de nuestro descanso. Tanto si es mucho tiempo o poco, nadie más tiene la batuta en ese sentido…a menos, claro, que la hayamos entregado. Y una de las maneras para empezar a recuperar el control sobre mi descanso es empezar -de manera tranquila, paciente y amorosa- a reconocer que dejé en otros (familia, trabajo, preocupaciones, etc.), en algún momento y por algo que parecía una buena razón, dejé en ellos una buena parte de mi calidad y cantidad de mi capacidad de descansar. Una vez dado éste esencial primer paso, estoy listo para construir una actitud responsable, madura y permanente en relación a mi forma de descansar.
La capacidad de descansar es, en gran parte, una actitud. Ya sea de fin de semana, vacaciones o simplemente al dormir, la calidad de mi descanso puede mejorar si mi actitud, mi atención, está enfocada en eso en el preciso momento de mi descanso, y definitivamente en ninguna otra cosa más. Debo entender, además y como con todas las actitudes que poseo, que es necesario construir dicha actitud hacia el descanso todos los días en base al hábito, a los límites que yo mismo me pongo y a saber que los resultados pueden variar de día a día. Pero lo que deberá permanecer es el deseo legítimo de mejorar mi forma de descansar. Y lo mismo aplica a las grandes y costosas vacaciones, como a los 10, 5 ó 1 minutos al día donde pueda quedarme sólo conmigo, no para preocuparme, no para desgastarme en suposiciones reales o imaginarias y mucho menos para rascarme o moverme inquieto en mi lugar. Me voy a permitir ejercer mi derecho a descansar de manera consciente, deliberada, en intervalos de tiempo desde un minuto hasta semanas enteras, dependiendo del caso y las facilidades. Aquí no hay excusas ni responsables externos que determinen un buen descanso para mi.
Parece más fácil el pedirle a los demás un día o dos para descansar; podría incluso pedir doce meses de sabático para refugiarme en donde el dinero pueda alcanzarme y alejarme de todo y todos, buscando el reposo. Einstein decía que era una locura hacer lo mismo y esperar resultados diferentes.
Centro Agalma
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